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Arcaicos rituales.

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Natushka's avatar
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El sol comienza a descender. Una pequeña luna negra lo persigue. La brisa aún hace vibrar el aire, tornando la atmósfera respirable.
Vida y Muerte, como hermanas mellizas, caminan entrelazando los dedos de sus manos. Perfectas efigies complementarias vadeando un sendero que desciende de inverosímiles relieves prehistóricos. .
La primera, alta, esbelta y muy pálida, camina con aire indiferente y altanero. Todo en ella es suave y grácil curva. Sus ojos son dos refulgentes astros que disipan espesuras a su avance. Su mirada que infunde calidez y color es recibida sin resistencia pero sin expectativa.
Se cree amada incondicionalmente por toda la raza humana. Camina con la seguridad de ser principio y dadora de innumerables dones.
La última, de igual estatura pero muy delgada y más negra que la oscuridad misma, se contonea felinamente. Su cuerpo desgarbado y de puntiagudas extremidades araña el espacio en que arremete.
Sus ojos, dos interminables pozos hundidos sobre los pómulos, absorben el reflejo de todo lo que pueda quebrantar la noche.
Su mirada que infunde frío y desolación es recibida con vértigo y aprensión.
Se sabe deseada por muchas almas desesperadas. Camina con la certeza de ser inspiración e inevitable desenlace.
La luz languidece ya en el horizonte y un sol negro asoma por el extremo contrario del mundo. El aire se hace mas denso con cada segundo que transcurre. Pronto será un asfixiante y pesado envoltorio.
Ambas mujeres se detienen al borde de un bosque de árboles grises. Muerte aferra con los afilados dedos de una mano la frágil cintura lunar que rozaba la suya.
Con la otra sujeta la vacilante barbilla de Vida mientras sus cavernosos ojos atrapan la luz de aquellos que parpadean confundidos.
Atrae el pálido semblante hasta el suyo y sella con sus labios la boca ya incapaz de beber aire alguno.
Al principio las blancas manos, como dos aves alborotadas, oponen una infructuosa resistencia. Pero las garras negras sujetando su nuca y ciñendo su talle pronto se vuelven un seductor sostén para su menguante fortaleza.
Entonces cede, entregándose al beso.
La bífida lengua negra se enrosca con malicioso deleite en la otra casi inmóvil que la recibe como a un mesías.
Medio sol ha desaparecido, llevándose consigo todo indicio vital que quedase en la superficie. Medio sol se ha asomado, infringiendo sobre las siluetas una sombra de irrealidad un tanto tenebrosa.
Las figuras que conformaban un enredo de brazos, cabellos y torsos femeninos ahora se asemejan más a una araña envenenando a su presa.
Los negros dedos reptan por la espalda moribunda y se clavan en ella, desgarrándola de lado a lado.
La boca que besaba comienza a succionar, masticar y tragar con monstruosa velocidad. La araña se alimenta desesperada antes que los soles terminen de intercambiar hemisferios.
Se ha quedado sola.
Sola bajo el sol negro y la luna roja que lo persigue por esta noche inhóspita sin alcanzarlo jamás.
Muerte se interna en el bosque gris arrastrando su inmensa modorra detrás de sí. Y transcurre un prolongado lapso de tiempo hasta que vuelve a emerger del mismo. Horas de inquietos silencios e inquietantes sonidos.
Hasta que la noche está a punto de llegar a su fin.
Ella reaparece con toda su negrura reluciente, incrementada por el abultado vientre que la precede. Camina con cuidado pero presurosa y se sienta a la orilla del lago. Su rostro refleja dolor y cansancio.
Una hebra de luz aparece en la distancia destiñendo el cielo. Un gemido se escapa de sus labios e introduce la mitad de su cuerpo en las aguas que la reciben con su frialdad habitual.
A medida que el cielo se ilumina los gemidos se transforman en gritos y en alaridos. Su cabeza echada hacia atrás forma una cascada de cabellos perdiéndose entre las rocas.
Aferrando su panza, doblando las rodillas, empuja al blanco ser otra vez fuera de su cuerpo. La cabeza asoma entre sus piernas. Después todo es más fácil. La criatura es sacada del agua y tras aspirar el nuevo aire, se aferra al pecho (cántaro) con voraz apetito.
Análogamente, el sol es parido por el horizonte, con menos esfuerzo y con menor emoción. El sol oscuro huye sin escrúpulos con su sangrienta cómplice detrás.
La negra figura ha recuperado su delgadez. Inmersa aún en el agua, termina de purificar el cuerpito que se estremece entre sus manos para apoyarlo luego contra el suyo, dormido y exhausto de tanto esfuerzo.
Se incorpora despacio ahora, loba-madre azabache, y abandona las aguas con un par de largas zancadas.
Y el ciclo vuelve a comenzar. Vida, fresca y renovada; Muerte, antigua y letal. Eternas.
Cuando el sol comienza a descender, con una pequeña luna negra persiguiéndolo, y la brisa aún hace vibrar el aire tornando la atmósfera respirable, Vida y Muerte, como hermanas mellizas, caminan entrelazando los dedos.
Caminan de la mano, absortas en sí mismas, mientras las observamos, hipnotizados por su belleza tan dispar, y les ofrendamos nuestra sangre trazada en infinitas palabras que dibujan caminos hacia cada una de ellas.
Ambas vienen a nuestro encuentro todo el tiempo y nos besan con descaro, tentándonos a seguirlas.
El día que logremos amarlas equilibradamente, sin dejarnos arrastrar por la pasión desenfrenada, quizás (quizás…) lleguemos a ser inmortales.
Una pequeña leyenda sobre la Vida y la Muerte.
Que loco, no?

Edit: La genial imagen [link] de :iconguillhermes:
© 2006 - 2024 Natushka
Comments15
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TeRobariaunBeso's avatar
Que leyenda tan bonita!

La vida y la muerte siempre han sido grandes temas... :D

PD.: Me encanta tu avatar!