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Literature Text
Se sentó frente a la máquina de escribir con un nudo entre el estómago y el pecho, apretó la mandíbula hasta que los dientes rechinaron, clavó una mirada cargada de odio en la hoja en blanco y aporreó las teclas observando las letras imprimirse en el papel una tras otra. Letras sin significado alguno, palabras en fila, signos entrelazados en demente formación.
Se detuvo y se frotó los párpados, logró enfocar de nuevo la vista en la hoja, en las palabras que surgían extrañas, ajenas… otra vez la historia complotaba en su contra, las letras contaban cosas que desconocía, personajes ignotos realizaban acciones en contra de su voluntad. ¿Quiénes eran? ¿Por qué actuaban de esa manera? Y por sobre todas las cosas… ¿por qué era incapaz de detenerlos? El asesino se involucró en una lujuriosa escena con la amante del protagonista, pero ellos no se conocían. ¿O sí…?
Tecleó con frenesí, intentando cambiar el curso de la historia, tratando de darle un sentido a la trama que se escapaba de su planeamiento, de su creación. Un dolor en el pecho intentó paralizarlo pero se negó a abandonar, sus dedos presurosos pugnaban por torcer el destino que se habían prefijado los protagonistas, dio batalla hasta el último instante en que su rostro trastornado por el esfuerzo y el dolor se estrelló contra el teclado. En medio de sus últimos jadeos entrecortados tuvo tiempo de cuestionarse qué sucedería ahora con los personajes… ¿Terminarían allí sus historias ahora que él no podría plasmarlas en el papel? ¿Quedaría todo congelado en la última acción descripta, inmóvil para siempre como la escena de una película pausada?
El aire escapó de entre sus labios, los ojos vidriosos quedaron quietos, los dedos inmóviles para siempre y en el silencio de la noche se oyó un murmullo ininteligible de voces de papel que se preguntaban preocupados quién escribiría ahora los miles de caminos que tomarían sus vidas, las intrigantes escenas que continuarían sucediéndose, las emocionantes aventuras que nunca cesaban de transcurrir…
Se detuvo y se frotó los párpados, logró enfocar de nuevo la vista en la hoja, en las palabras que surgían extrañas, ajenas… otra vez la historia complotaba en su contra, las letras contaban cosas que desconocía, personajes ignotos realizaban acciones en contra de su voluntad. ¿Quiénes eran? ¿Por qué actuaban de esa manera? Y por sobre todas las cosas… ¿por qué era incapaz de detenerlos? El asesino se involucró en una lujuriosa escena con la amante del protagonista, pero ellos no se conocían. ¿O sí…?
Tecleó con frenesí, intentando cambiar el curso de la historia, tratando de darle un sentido a la trama que se escapaba de su planeamiento, de su creación. Un dolor en el pecho intentó paralizarlo pero se negó a abandonar, sus dedos presurosos pugnaban por torcer el destino que se habían prefijado los protagonistas, dio batalla hasta el último instante en que su rostro trastornado por el esfuerzo y el dolor se estrelló contra el teclado. En medio de sus últimos jadeos entrecortados tuvo tiempo de cuestionarse qué sucedería ahora con los personajes… ¿Terminarían allí sus historias ahora que él no podría plasmarlas en el papel? ¿Quedaría todo congelado en la última acción descripta, inmóvil para siempre como la escena de una película pausada?
El aire escapó de entre sus labios, los ojos vidriosos quedaron quietos, los dedos inmóviles para siempre y en el silencio de la noche se oyó un murmullo ininteligible de voces de papel que se preguntaban preocupados quién escribiría ahora los miles de caminos que tomarían sus vidas, las intrigantes escenas que continuarían sucediéndose, las emocionantes aventuras que nunca cesaban de transcurrir…
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